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Algunos de mis libros

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Cinco Mañanas Juntas

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“Cinco mañanas juntas”, nos enfrenta, con tono elegíaco,  a la rememoración o descubrimiento de cinco espacios que se propagan, como si se tratara de estancias del mismo dibujo, trazado por la palabra que cose el silencio, de una morada a otra, hasta iluminar los rincones de la casa de la infancia, de un internado, de una calle, de un parque, y de un cementerio. Nos propone un diálogo secreto, en susurros, con tres figuras angelicales, que se desdoblan, se miran o nos miran para contar sus “desapegos” y construir el sueño de una posible cercanía: la madre, la abuela y el hermano ausente, suerte de ángel, de hermano, o de doble que construye otro sueño y lo borda al círculo de otras figuras, como si fuesen duendes, acaso una lejana cicatriz que sangra. Luz que entra y se disuelve por las ventanas y puertas, colma el hundimiento en vestidos, en colas de caballos, en crinejas realizadas por la figura materna a la pequeña niña, mientras dibuja abundantes trozos de silencios y crea un espacio:

 

Vuelve

mira

la noche por su dormido

ojo

incapaz de serenarla

crucificando

días

.....

                                                     José Napoleón Oropeza

Lo Callado del silencio

 

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"Callar el silencio es una dura experiencia; verbalizarlo, una dolorosa fragmentación. Pero para eso está la poesía, para develar lo que de ese testimonio es parte vital de los sonidos guardados por mucho tiempo. ¿Cuántas horas resiste el silencio una sola palabra adherida al dolor? Los ruidos del mundo reniegan de la muerte, de la premura del otro borrado de los días. “No intento guardarte/ silencio/ sólo te busco/para revelarte al fiel hermano/ tuyo/ que altivo, parte el agua con los pies/ después de conocer lo engañoso del encuentro/ ahora que estamos todos juntos/ acostados,/ en lo íntimo de la hebra/ donde ensortijas su débil soplo/ llamándolo/ Arcana Sombra/ antes y luego del café/ bien colocado sobre vuestra mesa// destello tuyo/ desde el comienzo/ que desnuda a mi dichoso ser/ con no solo latido/ detrás/ de - su// Partida Alfombra”. Podría bastarnos con estos poemas. Por ese camino tan corto, el desvío parece una osadía: el silencio es acucioso, persigue a quien lo invoca. Las palabras que lo someten también duelen.

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Y si quien no está es el otro, el que sustancia el amor, el ajeno a la sangre heredada, entonces el cuerpo es paisaje adecuado para hacerle al silencio otro espacio. “Tu nombre/ despierta humillado amor/ cuando me acuestas por orden y conocimiento/ del jugoso cielo/ que no tiene la vivencia de hermana/ con ilusorio santuario/ incrustado en el desnudo muro/ donde permaneces/ retando la burla de Dios/ que no traduce esta desbocada agua/ atravesando/ por consecuencia, el cauce de mío ropaje/ luciente de amor// floreciendo// sólo// bajo tu seductora tierra”.

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                                                                                                                        Alberto Hernández

Relámpago entre dos.png
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Cenizas de espera
 

La poeta en cambio espera. Entrará al lugar de la apariencia y se retirará para calmar la sed, sin caminos de regreso y llamándolo, llamándolo dentro de la sed -lugar de todas las ausencias, al otro lado del deseo- en lo más alto de las ventanas, vestida apenas con el perfume de su amado sonido, por si retorna... por si acaso regresa.

 

Entonces será llamada por la lluvia, aquella en donde el agua se parece tanto a la luz para establecer ese otro tejido de las aguas. Sabrá también del amor violento y fugitivo de los vientos y finalmente del mar, hasta llegar a la más alta tristeza.

 

Y he aquí la isla, el pie de isla, el fuego de isla, la naciente invocada isla. Surge aquí la concienciad del sí-mismo, de su firmeza, pero también de la muerte y de la soledad. La presencia presentida de ese joven arquero, que también desde su centro dispara la flecha que se aleja, y que algún día llegará de nuevo a su corazón. El retorno de lo ido que llega por los antiguos caminos del fuego.

 

Isla en donde la mirada se convierte en un aliento de faro, en donde los anhelos se estrellan envueltos en la oscuridad de una sola, solitaria, invariable ola, lejos, muy lejos del fuego que consume la noche, bajo una plegaria anunciada y la promesa de aquella madrugada embarazada de Dios.

 

El tejido de las aguas, el tejido de los vientos y el fuego en sagrada trinidad y en el centro, esta espera apasionada que se consume hasta convertirse en polvo, en ceniza: Ceniza de espera. 

 

 

Edgar Vidaurre

Puertas que no me pertenecen 
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La poesía de Milagro Haack, desde Temple ajeno (1991) Editorial Amazonia. Valencia hasta Puertas que no me pertenecen, se encuentra atravesada por la vocación de transformar la extrañeza del mundo en signos para el reconocimiento y la floración de la sensibilidad.

 

Asumir el mundo  desde el estremecimiento de lo sensible, quizás sea una de las manifestaciones de lo femenino, y esta poesía funda un ámbito que es también cuerpo trocado en escritura.   

 

Dibujo para conjurar la soledad, tejido que nos cubre. Espejo desde donde una mirada nos recobra. Humedad y color de las palabras que brotan del aire o del sueño, esta poesía nos seduce para atravesar el umbral de las Puertas que no nos pertenecen y que se encuentran en el interior de nosotros mismos, entreabiertas, ofreciendo el brillo indescifrable de un misterio.

 

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                                                                                                                                     Víctor Bravo

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Relámpago entre dos

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Es una lectura que se revela en ecos. Voces de otros que hincan el texto y se posesionan de él, enriqueciéndolo. Es decir, los epígrafes y las citas -como herramientas intratextuales- le dan un soporte en el que los recursos de la autora confirman su vitalidad a través de imágenes de los varios temas tratados.

Dividido en cinco partes, cada una representa un estadio en el que el cuerpo, “el cuerpo lastimado”, forma parte de una iluminación, de un “territorio relámpago”. El relámpago es el contexto, el ámbito, el espacio donde se suscita este universo verbal.

Y he aquí que el amor, sutilmente tratado por Milagro Haack, como en sus trabajos anteriores, pasa silencioso, como rozando la piel del lector. Igual sucede con el espejo, metáfora de una constante que prolonga y proyecta la luz.

En Relámpago II el texto se hace más personal, más cercano a quien escribe: nombres propios, reales, próximos. Y también el silencio como eco de quienes la habitan, de quienes habitan a la poeta: rodeada de la poesía de sus lecturas.

Un elemento que también se hace presente es el mar, sobre todo en Entre dos, estancia de una poética donde la pasión por la palabra descubre nuevamente la porfía solitaria de nuestra autora. Quien lee siente que la voz (los versos) se corta, se ahoga un instante para continuar. Palabras de poco uso albergan significados latentes, vivos. Juegos de sonidos que podrían alterar a algunos lectores, pero que son válidos como demostración de libertad creativa.

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La polifonía de este libro se contiene en los nombres de Tonya Bottaro, Montejo, Esdras Parra, Arvelo Larriva, Sánchez Peláez, Gramcko, Gerbasi, Ossott, Pizarnik, Luz Machado, José Napoleón Oropeza, Silva Estrada, voces que siempre han estado presentes en la poesía de Milagro Haack. Pero también se agregan Hölderlin y Rilke, base de pensamiento para bucear en el ser.

Yo apuesto por estos textos porque conmueven. Porque crean una crisis en el lector, porque sacan al lector muy crítico de sus casillas. El poema es una aventura. Una sintaxis que se libera de normas y conductas....

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  Alberto Hernández

Luto de otra boca

 

La buena poesía toca el infinito en un instante, nos lo vuelve próximo, inmediato. La tares del poeta, del artista, reconcilia al hombre con lo eterno, con los mundos y paraísos perdidos. Los caminos y sendas son siempre diversos, múltiples, como diversas las almas y sus maneras de dibujar un derrotero, el énfasis en pos de la meta de acercar lo humano y lo divino.

 

La brevedad de la imagen es siempre un tero para un poeta que se inicia en la tarea de volver corola el infinito. Una imagen activa el corazón del ser, sintetiza lo variado, lo múltiple, el fin de la búsqueda del alma de un poeta. Los poemas, que a continuación ofrecemos, escritos por una de las a más talentosas poetas jóvenes de la actualidad, Milagro Haack, nacida en Valencia, en el año 1954, se cargan de aquella intensidad de lo simple y lo infinito: un arco bien tenso parte el horizonte.

 

Construidos sobre la base de una extraordinaria economía de recursos, su aliento, es un susurro, un constante golpe de hojas soldadas en el suelo, el sonido de una brasa que nos deja ceniza y no pretende encerrar nada, no guardar nada. Y sin embargo, nos abre el alma al descubrimiento de un mundo de continuas aberturas y cierres.

 

La palabra de Milagro Haack, opta por vivir los caminos que traza la imagen. En cada poema nos ofrece la posibilidad de un devenir: el ser de adentra en su propio conocimiento y establece vínculos entre el cuerpo y el espacio (…) desprendo de la boca / el nudo pintado /  en la pared… una dialéctica de dentro y de fuera parece avivar el fuego: cada imagen señala puntos en el derrotero, turbación y hallazgo de un ser otea la inmensidad interior y vuelve promesa el hallazgo, en pos de un lugar íntimo y callado:(…) permanece /con su baja estatura / sin gozar / cría una promesa…

 

La memoria del alma reside en la imagen que se funda como deseo y tentación, puerta que se abre hacia el trasfondo del ser, el deseo de conquistar los seres tras el ensueño. Se dibuja un espejo tras cada intento; una puerta se abre, otra se cierra: (…) sólo la leña / escoge / la chispa que brota.

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José Napoleón Oropeza

Cuarto de ceniza 1993 Ediciones CONAC Y
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Milagro Haack
La fotografía como lírica perfecta
Carlos Yusti

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El arte es en muchas ocasiones una experiencia, una manera de filtrar la realidad con vaivenes dramáticos o cómicos. El arte se nutre de la realidad, busca esa metáfora silente de la belleza por encima de cualquier contingencia.

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Milagro Haack es poeta con varios libros publicados. Su condición de artista inquieta la lleva a experimentar con otras expresiones del arte. En esta oportunidad es la fotografía. Su intención es expresarse sin renunciar a su voz poética interior. De allí que unas fotografías de niños damnificados de Vargas sean la plataforma ideal para llevar lo lírico a un punto estético crítico, sin renunciar a la belleza, a ese canto mundo de la poesía convertida en imagen.

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Milagro denomina a este conjunto de fotos “collages” y en cierta medida a un encuentro fortuito de imágenes que se yuxtaponen para ofrecer una imagen totalmente nueva, una imagen que expresa un drama sin renunciar a una estética de exacta proporción lírica, de inigualable equilibrio plástico. Fotografía, color y poesía se ensamblan en estos trabajos de una manera reposada. Hay una meditación plástica que busca traducir una experiencia dramática sin renunciar a las posibilidades del arte como registro y expresión de esa realidad que nos rodea.

 

Otra característica de estos collages reside en su juego cromático que suaviza los bordes del drama y ofrece una metáfora de la vida sin caer en lo panfletario, ni lo cursi con pretensiones. Hay una lírica que busca la perfección y la armonía entre imágenes y color. Milagro explora las posibilidades de la imagen y el resultado es un trabajo plástico de excelente factura.

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